[EL CAFE DE LOS JUEVES]
Año nuevo, vida nueva.
Tergiversadora frases, largamente escuchada, bastamente repetida, infinitamente desgastada. La predisposición humana, nuestra predisposición para engañarnos y simular que algo de nuestra existencia, a veces monótona, aburrida, solitaria y triste cambiará repentinamente. Sin avisarnos, sin siquiera prevenirnos, año tras año, nos impulsa a creer que aquel horizonte lejano se nos vendrá encima lleno de plenitud, esperanzador y estimulante.
Pero la solo vuelta de la hoja del almanaque no bastará para que nuestros sueños vislumbren un mañana venturoso. Si no creemos en la magia o en los milagros estamos muertos, habría dicho Albert Epstein.
¿Se trata, entonces, de creer ciegamente?
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Año nuevo, vida nueva.
Tergiversadora frases, largamente escuchada, bastamente repetida, infinitamente desgastada. La predisposición humana, nuestra predisposición para engañarnos y simular que algo de nuestra existencia, a veces monótona, aburrida, solitaria y triste cambiará repentinamente. Sin avisarnos, sin siquiera prevenirnos, año tras año, nos impulsa a creer que aquel horizonte lejano se nos vendrá encima lleno de plenitud, esperanzador y estimulante.
Pero la solo vuelta de la hoja del almanaque no bastará para que nuestros sueños vislumbren un mañana venturoso. Si no creemos en la magia o en los milagros estamos muertos, habría dicho Albert Epstein.
¿Se trata, entonces, de creer ciegamente?
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