Una nueva entrega de Café de los jueves

Amores Eternos
Freddy trajo el pedido. Sirvió nuestra mesa del Café de los Jueves con precisa elegancia. La copa de coñac para Félix, el café americano para Daniel que colocó junto a los alfajores, los pocillos para Bernardo y Omar, la copa de jerez para José y el cortado liviano para mí. Toda la tarea la realizó por la izquierda de cada uno de nosotros y dando un giro completo a la mesa. Antes de marcharse hacía la barra hizo una reverencia conocida; llevo su mano con sus dedos juntos hacía su frente, la giro hacía su boca, continuó el giro hacía la parte izquierda de su pecho, apoyándola ligeramente sobre su corazón y el giro final de su mano y muñeca acompañado de la inclinación de su torso. “Con mi mente expreso mí corazón” dijo. Freddy estudiaba actuación. Me lo había referido una tarde en la que yo llegue más temprano de lo habitual. Pensé que había aprovechado la ocasión para realizar un ejercicio teatral y era asimismo una demostración de respeto para todos nosotros. Un rato antes Freddy había salido del bar, hasta la puerta e intercambiado unos mimos llenos de ternura con una muy bonita joven. Fue apenas un instante y luego regreso para atender nuestra mesa. José dejo flotando la conocida frase: Juventud, divino tesoro. Daniel agrego: Lo que puede el amor. ¿Qué puede?...

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